Leer un montón

Hace unos días compartí en mis redes sociales un resumen de mis lecturas durante el mes de Abril (fueron 5) y recibí una inocente pregunta sobre cómo hacía para leer tanto, especialmente considerando mi maternidad (gracias Laura!). Mi respuesta automática fue un mitigante: “mecho libritos cortos y algunos de poesía”, casi como bajándoles el precio. Y, ampliando, expliqué que leo entre media y una hora casi todas las noches y que puedo hacerlo desde hace poco porque mi pequeñín está creciendo y aflojando un poco algunas cuerdas. Pero me dejó pensando esa bienintencionada pregunta y me gustaría desarmar un poco todo lo que pasó ahí. 

Sobre el registro lector

Para empezar quisiera comentar que el hábito de registrar mis lecturas es uno que llevo hace varios años ya y que la plataforma Goodreads me ha ayudado a sistematizar. La plataforma es una red social, podés conectar con otros, chusmear qué están leyendo, leer reseñas, hay grupos temáticos de las más diversas cosas pero, de momento, no es lo que más me atrae (admito que quizás sea porque no tengo demasiados “amigos” activos allí). Además de la obviedad de registrar mis lecturas y poder añadir libros de interés en una lista  de “Quiero leer”, que ayuda mucho a mi memoria de cacahuate,  se pueden configurar “desafíos de lectura”, para que uno se ponga sus propios objetivos.  Lo vengo haciendo desde 2018, y sólo en 2019 no pude cumplirlo. El objetivo más ambicioso fue en 2021, que puse 24 y terminé leyendo 28. Año de pandemia, embarazo (con mucho para aprender) y licencia por maternidad. Se explica solo. Después bajé mis expectativas, teniendo un niño tan pequeñito, a 12 libros por año. En 2022 leí efectivamente 12 pero en 2023 pude leer 18 con un patrón claro y obvio: a medida que el niño crece, puedo leer más. Este año, 2024, me puse un objetivo más ambicioso: 24 libros. El doble que lo que me había propuesto el año pasado y más de lo que efectivamente había leído. Terminados los primeros cuatro meses del año, ya he leído 18 libros, lo mismo que en todo el año pasado. En términos relativos a mis propios hábitos de lectura, es un montón. 

Sobre leer más

Para quienes no les resulte obvio por qué leo más a medida que la criaturita crece, se debe principalmente a que su hora de dormir es más consistente y requiere menos contacto, generando unas horas libres desde que él se duerme hasta que lo hago yo. En un principio, ese rato libre además de una serie/peli, lo “perdía”, como mucha gente,  en las redes sociales. No me juzgo a mí misma, ni a nadie, por eso. Necesitaba la desconexión sin compromiso, sin demanda de concentración. Solo que en algún momento empecé a notar que, una vez que decidía que era hora de dormir, me costaba mucho conciliar el sueño. Y, además, amanecía cansada y ya no era culpa de unos diminutos pies pateando mis costillas o una manito tibia buscando mi cara en la mitad de la noche, porque todo eso va lentamente dejando de suceder (pero de eso podemos hablar en otro momento). En paralelo, fue ocurriendo un fenómeno que muchas madres deben conocer: la restitución o reconfiguración de la propia identidad. Del completo desdibujarse que traen los primeros meses de maternidad a volver a ser una persona con intereses por fuera de esa maternidad hay un proceso lento y sinuoso. Muy de a poco fui sintiendo que se hacía lugar en mi cerebro para otras cosas y allí estaba mi biblioteca (en constante expansión) esperándome paciente. Así es como nace una intencionalidad. Se conjugan el mal descanso (que atribuí sin pruebas ni dudas al uso del celular antes de ir a dormir) y un nuevo espacio mental disponible para decidir reconquistar un espacio de lectura. Para eso, cuando me voy a acostar, directamente dejo el celu boca abajo en la mesa de luz y agarro alguno de los 3 libros que suelo tener allí en rotación. La clave, para mí, está en no permitirse siquiera agarrar el celular un ratito dentro de la habitación, porque una vez que lo tengo en la mano, me atrapa el remolino. Esos consejos de dejar el celular fuera de la habitación o en un mueble más lejos no me funcionan, me generan un poco de ansiedad (otra cosa para conversar en otro momento). Pero tenerlo ahí a mano, donde siempre, y elegir conscientemente no agarrarlo sí me resulta posible. Hay, quizás, una cuestión de orgullo ridículo: no me va a ganar ese aparatito infame. En general, funciona: leo entre media y una hora, salvo que esté detonada por algún evento extraordinario. Me voy a dormir solo cuando realmente se me están cerrando los ojos y no solo me duermo enseguida, sino que descanso muchísimo mejor.

Sobre leer mucho

Retomando la pregunta de Laura… En primer lugar, creo que no es necesario aclarar que mucho o poco en términos de lecturas (como en muchas otras cosas) es algo completamente relativo. La gente que trabaja leyendo, puede llegar cómodamente a 50 libros por mes. Hay gente, sin embargo, que lo da todo de sí y llega con suerte a un libro por mes. Ambas están bien. Además, mucho o poco no está bien definido: si yo leo 3 libros al mes de 150 páginas cada uno y otra persona lee en un mes Crimen y Castigo, yo habré sumado 3 porotos, pero esa otra persona leyó muchas más páginas que yo.

Igual intenté cuantificar si realmente “leo un montón”.

1) Imaginemos el escenario OPTIMISTA en el que todos los años leyera el máximo número de libros que leí en los últimos años: 28. Redondeemos en 30 porque soy generosa.

2) Asumamos que “todos los años” van desde los 15 hasta los 80, la edad aproximada de esperanza de vida para las mujeres en Argentina. Eso da 65 años de lecturas.

3) 65 años a 30 libros por año son 1950 libros. Redondeemos en 2000 porque soy muy optimista y confío en que en alguna época de mi vida, quizás al jubilarme, pueda leer más.

4) En el 2010 Google estimó que la cantidad de libros únicos en la historia era 129.864.880. Aunque parece que no está muy bien definido que es un “libro único”, se considera que esa estimación está por debajo del número real. En 2019 ese número se actualizó a casi 170 millones. Si congelamos ese número (nos olvidamos de considerar que aumentó desde 2019 hasta acá), mis 2000 libros son casi el 0,00002%.

5) Pero ese numerito de Google considera todos los idiomas. Restrinjámonos al castellano, para el cual se estima que se publican alrededor de 800.000 libros por año y, supongamos, que la mitad de esos son libros autopublicados y con muy pocas ventas. Eso nos da 400.000 libros por año. Mis 2000 de TODA LA VIDA son el 0,005% de los libros en castellano pulicados EN UN AÑO.

Me da un patatús de la cantidad de libros que NO voy a leer.  Este lindo ejercicio se lo vi hacer una vez a Rosario de Decime Un Libro y se lo agradezco cada vez que lo recuerdo. Si bien puede dar un poco de vértigo la primera vez que se hace, su efecto al procesar la información fue netamente positivo: me sacó por completo la culpa de abandonar libros, me acomodó algunas prioridades y me estimuló a leer todo lo que pueda (no necesariamente en cantidad, pero sí en variedad). No va más eso de leer “lo que hay que leer” y aguantar libros tediosos. Solo leo lo que de verdad me interesa, lo que me da ganas, lo que me motiva y entusiasma. Y creo que eso ayuda MUCHO a “leer un montón”. Le saqué la presión externa a la lectura y elijo mis libros con más impunidad y menos prejuicio. 

Sobre compartir lecturas

En este camino de ser más auténtica en mis elecciones literarias, recurro bastante a internet en búsqueda de recomendaciones. Uso Goodreads, claro: sus recomendaciones, los rankings, los grupos, mi propia lista de deseos. Leo artículos de diarios, listas de compilaciones o novedades, desafíos de lectura. Tomo recomendaciones que puedan aparecer en podcasts, videos, programas de radio, otros libros. En redes sociales, como ya dije, sigo la cuenta Decime Un Libro que me parece que tiene una curaduría interesantísima (sobre todo en literatura contemporánea, que yo soy un queso) y una propuesta superadora en el rubro de los clubes de lectura. Pero también y casi por sobre todo lo otro, presto atención a lo que lee mi entorno. Me interesa lo que mis amigas y amigos (en un amplísimo sentido de la palabra) consumen porque sé qué terreno común manejamos y más o menos distingo qué cosas puedo tomar como una recomendación y qué cosas puedo pasar por alto (a riesgo de equivocarme, siempre, pero del FOMO también podemos hablar en otro momento). Por eso empecé a compartir en redes lo que leo, porque creo que a alguien le puede ser de valor. 

Enmienda

Para terminar, quiero atender a mi propio cuasi ninguneo a los libros cortos o a los libros de poesía. Mi punto era que son libros que se leen rápido y eso es bastante cierto, aunque justo ahora estoy con un libro de poesía que estoy dosificando como un buen chocolate (la Poesía Completa de Idea Vilariño). Pero al releerme (sobrepensar es mi pasión) me pareció que quizás se entendía que “valían menos” que los libros largos, como si hubiera que sumar, no sé, tres libros cortitos como uno solo, lo cual es ridículo… Lo bueno o lindo o significativo o impactante o disfrutable de un libro (o todo lo contrario) no tiene NADA que ver con su longitud. El libro de Chimamanda Ngozi Adichie que leí en Abril (Querida Ijeawele) tenía menos de 70 páginas y me conmovió hasta las lágrimas en más de una ocasión (lo leí en un viaje en avión de Mendoza a Buenos Aires y me divierte imaginar qué habrá pensando la pareja que viajaba a mi lado). Los libritos cortos, para mí, son pausas o transiciones. Los tengo en alta estima, no era mi intención desmerecerlos. Sí, abultan el número de libros totales leídos más rápido que si solo leyera libros de más de 300 páginas, pero no es por eso que los elijo. Pueden ser una bocanada de aire fresco en el medio de un novelón quizás un poco denso. Un abrazo amoroso en el medio de un interesantísimo libro de ensayos. O al revés, una breve dosis de realidad entre dos novelas fantásticas. Incluirlos deliberadamente entre mis elegidos es una estrategia de lectura (si existe tal cosa) que decantó por sí misma en los últimos años y que tiene todo que ver con esa liberación literaria que mencionaba unos párrafos atrás. Liberación que incluye buscar ampliar mi repertorio de autoras (sí, especialmente autoras, pero no exclusivamente) y tópicos. Recomendaciones bienvenidas. 

Design a site like this with WordPress.com
Get started